Él vino a la vida inesperado. Como el hijo hermoso de una sola noche de pasión entre dos impetuosos amantes; que aunque especiales jutos, no buscan trascender acompañados uno del otro.
Él nació y muy pronto se abrió camino para crecer sin dejarse cambiar de dirección. Todo el tiempo intenso aunque esto no siempre se tradujera en algo agradable. Tuvo que luchar, patalear, gritar y llorar para llegar al lugar que buscó incesantemente. Y una vez que estuvo ahí, abrazó el momento, lo tomó con toda la fuerza que su existencia le permitía ejercer, hasta que un día se cansó. Se aburrió. Se entregó a la debilidad desesperanzadora que hace a todo perderse.
Si él pudiera detenerse ahora, regresar y recordar todas las flores que arrancó de los campos imaginarios por los que corren aquellos que se extrañaron para abrazarse; todos los tragos de celebración que tomaron juntos con los que podrían decir que existió; y todos los besos que llevaron a la unión de esas dos pieles deseosas de contacto; quién sabe si lo haría diferente.
Pero hoy su muerte ha llegado. Y es de esas en las que no hay vuelta atrás. No será extrañado mas que por esos dos, porque fue sólo de ellos y fueron celosos de él al tenerlo. Este es su panegírico, de mi parte para el Amor entre _____ y _______ que hoy muere; del que un día fui testigo y me atreví a pensar que viviría para siempre. porque fue sorpresivo y así igual inverosímil. Causó envidia y su partida no tiene explicación. Sin embargo, por él, que una vez existió, algunos habremos de luchar como aquellos lo hicieron. Por conseguir el propio y concervarlo.
sábado, 15 de mayo de 2010
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