viernes, 14 de diciembre de 2012

Between Folk and Rock & Roll (Part 1)

Seguido se preguntará cómo es que pasas del momento más alegre en tu memoria, al más amargo…
La música folk rodeaba todo. Agregándole rock & roll, luces de todos los colores, risas, y juegos, era el escenario perfecto para que algo grande pasara en su vida. No solía tomarse las cosas con mucha calma. Así que caminó por toda la feria con su chaqueta de piel negra y su engreído caminar, disfrutando su escenario. Entonces ella apareció al frente, inadvertida. Completamente desconocida. Pero igual deslumbrante. Después de titubear pocos minutos, se decide y camina con la misma seguridad hacia ella.

- “¿Bailas nena?”

La verdad es que no fue un buen comienzo, pero el que ella lo rechazara como lo hizo, sólo lo pudo encantar más. Odiaría que hubiera sido otro tipo de mujer. Él recordaría ese rubio seño fruncido con ternura aún cuando un día albergara odio.
En ese momento ella atendía un puesto de palomitas de maíz; entonces esperó a que tomara un descanso. Aunque en realidad esperó al segundo; ella lo miraba de lejos con coqueto enojo. Y entonces una canción de Bob Dylan sonó. Ella se movió. Él se movió. La alcanzó justo en frente de la rueda de la fortuna – sí, fue la película corriendo que él esperaba. Ahí ella aún no cedió pero sí sonrió; lo suficiente para que él decidiera no rendirse hasta poderla besar una o dos veces.
Después de encontrarlo entre semáforos, pastelerías, carnicerías, parques y fiestas, la joven rubia, en su vestido rosa con amarillo favorito, no pudo hacerse más del rogar. Él en su traje negro con corbata delgada, la invitó a bailar una última vez y fue desde ahí que no pararon de hacerlo. Las estaciones pasaban, pero ellos seguían y seguían disfrutando las pistas de baile, las calles solas por la noche, las ferias y los ratos de silencio; y los dos jóvenes se quisieron todo lo que pudieron. Ambos conocieron a los padres del otro y tuvieron comidas de las que no podían esperar para escaparse. Casi se hicieron famosos en el lugar por la pareja que parecían ser. Él no era mal parecido y ella debía ser la más guapa de las mujeres de su nivel económico. Fue así que generaron los momentos que los sostendrían en los momentos difíciles que tenían que llegar.
Lo que no pudieron evitar aunque lo intentaron, fue crecer. De pronto las cosas empezaron a correr y con ellas, ellos. Es difícil lo que en dos años puede pasar. Una noche fue que todo empezó. Una pelea fue lo que lo detonó. Aunque en su momento debió ser una pelea estúpida, sin importancia para un adulto, ambos pasaron esa noche escuchando canciones al ritmo que sólo Jhonny Cash les podía dar. De ahí, fue difícil volver a lo que una vez fueron. Primero fue tristeza, de esa que incluso puedes aprender a disfrutar. Las reconciliaciones ahí todavía tenían su parte interesante. Pero fueron demasiado jóvenes para saber detenerlo ahí.
El tiempo juntos empezó a distanciarse entre días y horas. Una vez hubo una canción en la que dijeron “without trust there is no love”. Y eso fue lo que pasó. La desconfianza contaminó todo lo que los colores de un día lograron y lo que probablemente debía ser. O terminó lo que no debía ser. Es probable que no existe tal como la persona perfecta por sí sola. Probablemente ni siquiera perfecta para cada uno de nosotros, aún cuando nunca la encontráramos. Tú eres tú y ella es ella y nada más. Tal vez todo sólo trata de encontrar a la persona a la cual aceptaríamos como es. Un día caminas por tu vida y con más suerte que destino, te alcanzarás a dar cuenta. Pero ellos no tuvieron tiempo de darse cuenta de esto. Llegó entonces el día del que no puedes volver. El momento en el que te percatas del final.
Un golpe lo cambia todo.
Ella pasmada dice con voz entrecortada:
- “Es este momento en el que nos decimos adiós” – mientras llora sin saber bien si el dolor físico, o el dolor que ve venir al estar sin él.
Él, no dice nada. Sabe lo que pasó.

“Happiness is a warm gun” – otros dijeron. Caminó sin atreverse a voltear atrás mientras ella de pie esperó para verlo hasta el último momento que pudiera. Él no la buscó esa noche. Tampoco al día siguiente o al mes que le siguió. No lo hizo no obstante que se sentía en desintoxicación de ella. El joven con el corazón roto nunca lo supo, pero ella lo estuvo esperando. Esperó que llegara con su gran disculpa, su mismo amor y después de eso, uno de sus chistes que la distraerían del sufrimiento que sintió. Pero no apareció.

De forma clásica, ella miró por la ventana por noches y tardes nubladas mientras recordaba la primera vez que él le habló. El estúpido diálogo que sinceramente la atrajo por su atrevimiento. Los bailes en los que prácticamente eran parte del show de la banda que tocaba. Los besos que nunca fueron suficientes y le hicieron falta. Su mirada penetrante, y su cabello grasoso. Y no llegó.
Él tomó su maleta. Tomó la foto de ella con ese mismo rubio ceño fruncido, la guardó en su cartera y se fue pensando: “¿Cómo es que pasas del recuerdo más alegre en tu memoria al más amargo que de mis propias manos provoqué?”