sábado, 30 de junio de 2012
Lonely, Lonely
Un cuarto completamente vacío. Pisos nuevos de madera. Paredes blancas; tan blancas como si nunca un niño hubiera estado cerca. Un gran ventanal que permite el amplio paso de la luz. Ahí, en medio del vacío, hay una caja cerrada que contiene un montón de cosas inservibles. Sobre la caja, un hombre regordete y encorbado sentado, entre mirando a la nada y su atención hacia abajo. Lonely, lonely canta Feist una y otra vez en su cabeza. Él no ha contado el tiempo, pero ha estado ahí casi 7 horas.
Sostiene en sus manos un lapiz labial. Lo ha olido y jugado con él entre sus dedos con la mirada perdida por mucho tiempo. Es que es lo único que conservó de ella que ya no estará. El color lo hace sonreir pues puede ver en su memoria sus labios que eran jugosos y elegantes al mismo tiempo. El olor le recuerda a qué sabían sus besos, que nunca se dio cuenta, dejaron de ser apasionados. Recuerdos precisos de cómo lo sujetaba y suavemente lo deslizaba sobre su boca frente al espejo mientras él la mirba, esperándola. Conserva ese objeto atesorándolo y sabe ya lo que hará con él una vez que logre levantarse, pero aún no lo puede dejar ir.
Empieza a anochecer. La canción sige pasando una y otra vez. Y entonces, una última vez...
El baile de la boda
Las primeras flores
Millones de imágenes de ella desnuda
Otro millón de pleitos
Las copas de vino, wiskey, ron, con las risas y las pláticas interminables juntos
Sus manos
Su olor
Sus ojos de amor
"Te amo"
La penúltima Navidad
La noche en la nueva casa
El mar y ella
Los besos
El corazón rompiéndose
Él solo
Él solo
Él... solo...
Entonces logra recordar el último pedazo de la canción. De un lado a otro mueve la cabeza para tronar su cuello. Estira sus brazos hacia atrás. Un gran suspiro. Talla sus ojos. La primer lágirma sale y después de esa otras dos. Se levanta; pues tiene un camión lleno de pertencias que debe acomodar...
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